Liceo Opera Barcelona.
Palacio Robert, Barcelona
Colaboradores: Daniela Tramontozzi. fotos: Adrià  Goula.

La exposición se enmarca dentro de los actos institucionales para conmemorar los diez años de la reconstrucción del Gran Teatre del Liceu. La exposición se estructura en cuatro episodios (Antes –años previos al incendio—, Entonces –la reconstrucción —, Después – los 10 años conmemorados—, y Mañana –el futuro). Cada uno de estos episodios se localiza en sendas salas con configuraciones distintas. La jerarquía de los episodios responde a motivaciones curatoriales, marcando así dos puntos de mayor intensidad: la reconstrucción del teatro, como punto central, y el futuro (tecnológico) de la institución, por venir.


Nuestro proyecto se inspira en la isóptica de la sala central del Liceu, y la imagen clásica que la representa –el logo de la institución; así, surgen unas primeras aproximaciones al lenguaje de la exposición, que se concretan en unas estructuras ovoidales que definen las cuatro salas de la exposición. Bajo la influencia de las geometrías presentes en la obra escultórica de Richard Serra, el proyecto distingue entre espacios lineales (en la primera y tercera sala) y espacios auditorio (segunda y cuarta sala). Los primeros, acompañan con su geometría lineal un discurso curatorial cronológico mientras que los segundos son los puntos nodales de la exposición donde se concentra su energía. Así surge un primer auditorio, central y cerrado, donde el visitante se siente parte de la reconstrucción del teatro: un ovoide donde la proyección de un vídeo a gran escala del proceso de la reconstrucción encierra maquetas y reproducciones de partes del proyecto. Finalmente y para concluir la exposición, un último espacio con clara voluntad tecnológica, formada por dos auditorios contrapuestos que exhiben las tecnologías ya incorporadas en el teatro actual, y qué repercusiones y visiones tiene la institución para un futuro próximo y lejano.


Paralelamente, el proyecto recupera un sistema expositivo de muy bajo coste, experimentado con anterioridad, pero convierte el sistema original –lineal y cartesiano—, en un sistema orgánico y libre, capaz de apelar a superficies alabeadas y generar espacios cambiantes a lo largo de un recorrido de extendido alcance. La decisión de incorporar el lenguaje de las telas, surge de dos razones claras: por un lado, las restricciones presupuestarias y la flexibilidad de generar distintos espacios en una exposición siempre cambiante; por otro lado, la necesidad de generar un efecto espacial sobre el visitante fundiendo contenido y continente, debido a que la mayoría del material a exhibir en la exposición era audiovisuales proyectados a gran, pequeña y mediana escala. Así pues, se buscaba crear un espacio cercano a la ilusión y magia de la opera, para darle un carácter festivo, solemne y conmemorativo a la exposición.

 

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